lunes, 2 de enero de 2017

WAYUU GESTORES DE SUS PROPIAS SOLUCIONES


 
Acabo el año 2016 con 88 muertes de niños por desnutrición, según fuentes oficiales, o con 103 muertes según registros de la Asociación Shipia Wayuu, niños más o niños menos, la muerte de un solo niño por causas asociadas al hambre es ya una tragedia, 88 o 103 es una hecatombe 100% injustificable en un Estado que se proclama como un Estado Social de Derecho.

Doy fe del esfuerzo de Cristina Plazas, directora del ICBF  por incrementar coberturas y llegar a mas lugares de los cerca de 18.818 km2 que tiene Uribía, Manare, Maicao, Riohacha y Albania y que comprende la región conocida como media y alta guajira y que en conjunto representa el 81% del territorio del Departamento, concentrando a su vez el 78% de la población, siendo la población rural étnica dispersa el 60% de la población del Departamento, sin embargo, pese a que disparo coberturas, estas aun están cortas por una sencilla razón, hay variables que el ICBF no puede intervenir por no ser su competencia, y que influyen profundamente en la crisis de los niños guajiros rurales e indígenas.

Cristina Plazas se encontró con una población cuyo número y ubicación se desconocía y aun se desconoce totalmente, realizó varios micros focalizaciones para ubicarlos pero no alcanzo a cubrir todo el territorio, es una labor titánica y extremadamente difícil.

De estas penetraciones a los territorios, permitió concluir que el País no entendía el territorio, y permitió evidenciar que la población estaba sumida en la pobreza absoluta (calculada recientemente por el DANE en 91%), extremadamente dispersa, afectada profundamente por el cambio climático, sin acceso al agua, a la educación y a las salud, sin fuentes de empleo, con una inseguridad alimentaria que hoy día puede ser superior al 70%, sin vías de acceso, y sin oportunidades para salir adelante.

Desde  el año 2013 cuando se iniciaron los primeros estudios que pusieron sobre el tapete la trágica tendencia de muertes sucesivas de niños a causa del hambre se pudo poner en evidencia que sencillamente el Estado y la Sociedad Colombiana no sabían que estaba pasando en La Guajira, o si sabían sencillamente miraban para otro lado, pese a que las cifras del SIVIGILA y del DANE mostraban estas tendencias pero que no tuvieron la fuerza suficiente para llamar la atención y generar las alertas en cabeza de las autoridades competentes ya sea el Ministerio de Salud, Presidencia, el Departamento, los Municipios, etc., porque sencillamente todos se habían acostumbrado a estas cifras y formaban parte más de las anécdotas de un territorio lejano a Bogotá, que un grave problema social y humanitario.

Causas de esta tragedia han sido muchas, sin embargo muchos buscaron quitarse la responsabilidad y echarle la culpa al otro en lugar de tomar las medidas necesarias para conjurar estas muertes sistemáticas, llegando al punto de pretender echarle la culpa a los papas y a la corrupción como únicos factores generadores de la crisis.

Responsabilidad de los padres, en cierto grado si hay, pero cuando una familia vive en la pobreza extrema, y a la cual se le niega toda oportunidad de desarrollo, hace que esta responsabilidad se atenué porque entra en juego responsabilidades de otros, ya sea  institucionales y sociales.

La corrupción, ciertamente ha tenido mucho responsabilidad, pero este fenómeno es el resultado de un sistema que nació y se desarrolló en medio de de un sistema político diseñado para ello. El ICBF estaba coartado por congresistas y grupos de poder en todo el país, era el negocio de pocas familias, con sofisticados sistemas para robar los dineros que iban destinados a los niños, sin embargo, aun si no hubiera existido corrupción, las muertes igual se hubieran dado porque sencillamente los recursos eran insuficientes y el Estado nunca entendió, y no lo ha hecho a la fecha, cual es la magnitud del problema.

Cristina Plazas me ha dicho en varias oportunidades que La Guajira es inviable, hecho que me niego a creer porque si eso fuera así, no habría más remedio que recoger maletas e irse. La Guajira no es inviable, tiene profundas dificultades, pero es en estos momentos cuando debemos mostrar de que estamos hechos y sacarla adelante.

 
Si La Guajira fuera inviable entonces el país entero sería inviable porque si en La Guajira ha habido y aún hay corrupción, a nivel nacional este fenómeno se multiplica por mil, mega escándalos, robos del sistema de salud, SaludCoop en total impunidad, Reficar, Interbolsa, Odebrecht y la Vía del Sol, mermeladas, una reforma tributaria que era y sigue siendo necesaria pero de fondo, pero que resultado en una modificación grosera que atenta contra los sectores más vulnerables, un ICBF que pese a los inmensos procesos de depuración que ha hecho su directora continua aun coaptada por grupos de poder, haría pensar que debemos cerrar el país e irnos para otra parte.

Colombia es viable, y la Guajira también, solo que debemos corregir muchas cosas, incluso la forma de pensar, y modificar las estrategias, porque es claro, muchas estrategias que se están usando actualmente no ha funcionado.

 
Debemos modificar estrategias de intervención de la problemática de las etnias de La Guajira, que ya no solo es del pueblo wayuu, sino que afecta también a los wiwas, koguis, arhuakos y kankuamos, no se pueden seguir interviniendo desde Bogotá y con ONG o Empresas de bolsillo, donde muchas veces sus reales dueños son funcionarios del mismo gobierno nacional o regional, se debe intervenir dentro de los mismos territorios, a través de las mismas organizaciones indígenas, porque ellas deben ser gestoras de sus propias soluciones y su propio desarrollo, pero el Estado debe darle las herramientas y los medios necesarios para lograrlo.

Pero antes que nada, es necesario que el gobierno nacional e incluso el departamental y municipal entiendan las realidades de las etnias, que entiendan el territorio, que entiendan las problemáticas y se comprometa a solucionarlas.

A Cristina Plazas le preocupa, y a mí también, que muchas organizaciones indígenas  han sido incapaces para lograr estas metas, y algunas han caído en procesos de corrupción, pero eso no justifica sacarlas de una y reemplazarlas por organizaciones externas, lo que se debe hacer es procesos de reingeniería, capacitación, reorganización y cualificarlas para que puedan asumir sus competencias correctamente.

Ellas son la solución a los problemas porque están en los territorios, viven allí, y conocen de primera mano sus problemas, hay que concertar con ellas.

Si algunas organizaciones han caído en malas prácticas es culpa del mismo Estado, no las preparara, no las acompaña, no las apoya, no les hace seguimiento, y ahí está la falla, hay que seguir trabajando con ellas, pero con acompañamiento permanente, porque el Estado no puede renunciar a sus obligaciones legales y constitucionales.

Los niños deben dejar de ser un negocio y convertirse en un propósito nacional.

@mauricioadmpub

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