Desde hace varios meses se viene desarrollando una campaña mediática y
planificada orientada a tratar de demostrar que la desnutrición y la muerte de
niños wayuu es culpa de los usos y costumbres de esta etnia, es decir, tratan
de mostrar a los indígena como seres inhumanos e irracionales que dejan morir a
sus niños por gusto, que los sacan de los hospitales a la fuerza para que se
mueran, que no le importan el futuro ni el sufrimiento de sus hijos, campaña clara
e inequívoca para evadir responsabilidades institucionales agravada a la falta
de visión y el total desconocimiento del Estado Colombiano en todos sus niveles
sobre al drama y la crisis humanitaria que padece La Guajira y sus etnias.
Esto es el resultado de desconocer 100% a La Guajira y a los wayuu, la
realidad es todo lo contrario, los wayuu son amorosos y de apego familiar, el
centro de su sociedad es la familia es la base de su sociedad, sus niños están
primero, tanto así que su organización social (rancherías) es por familias,
mayoría de orden matrilineal, pero donde las condiciones de vida, la situación
de pobreza, abandono, bajo desarrollo de sus territorios, la exposición al
cambio climático, territorios en procesos de desertificación, la escases de
agua y alimentos crean condiciones difíciles que amenazan su supervivencia.
La desnutrición puede tender varios orígenes, la primera y más
generalizada asociada a la pobreza extrema, que impide el acceso a alimentos, y
que por lo tanto lleva a la desnutrición por hambre pura, y la segunda como
consecuencia de una enfermedad asociada, que impide que el niño deje de comer y
caiga en la desnutrición, que es una falla del sistema de salud, o en muchos
casos, la combinación de las dos.
Los medios muestran algunos casos donde los padres retiran a la fuerza
a los niños de los centros hospitalarios, pero no preguntan las causas, y estas
son muy complejas y multidimensionales, estamos hablando de familias en un
nivel de pobreza absoluta, que habitan muy lejos de los centros urbanos cuyo
acceso es muy difícil y cuya cultura es diferente a la nuestra.
Lo primero que se debe aclarar es que no es la regla sino la excepción,
la inmensa mayoría de casos son atendidos sin dificultad ya sea en los centros hospitalarios
o en los centros de recuperación nutricional del ICBF, donde logran culminar su recuperación, pero hay
algunos casos complejos que son los que han salido a la luz pública en un
proceso maligno y perverso de show mediático y que pretende mostrarlo como si
fuera el comportamiento general de los wayuu, cuando es todo lo contrario.
Imaginen una familia con 5, 6, 7 o 10 hijos, donde unos de sus niños
recaiga en desnutrición aguda severa, lo más seguro es que el resto de los
niños de ese hogar también presenten algún nivel de desnutrición, llega un
equipo institucional (Salud o ICBF) y saca el niño a un centro hospitalario, muy
lejos de la comunidad, donde su recuperación será lenta y llevará muchos días, incluso
hasta meses, la madre del niño, generalmente es la única cuidadora, tiene que
tomar una decisión, se viene con su hijo a la ciudad y deja los demás niños a
su suerte, o se queda y deja ir al niño solo, o toma la decisión de no dejar
que se lo lleven en aras de poder proteger al resto de sus hijos.
Si toma la decisión de dejar sacar el niño y ella se viene con él
enfrentará un calvario, los centros hospitalarios atienden al niño pero no a la
madre, ella se verá obligada a dormir en el piso, no tendrá donde comer o
asearse, donde lavar su ropa, porque esto no lo cubren las EPS, es gente pobre,
no tendrá recursos para comprar sus propios alimentos, para movilizarse de un
lugar a otro, y si no habla español, su situación será peor por no poder
entender lo que le están haciendo a su hijo.
A esto súmenle el drama de no saber qué está pasando con el resto de sus
hijos, porque no puede ir y venir, su casa puede estar a muchas horas de distancia donde no hay transporte público
y en general son zonas de difícil acceso a donde no llega el Estado Colombiano.
Los wayuu son solidarios entre sí, y la enfermedad es un motivo de
unión, cuando un miembro enferma, la familia se reúne y lo rodea hasta que se
recuperé, cuando sacan a un niño de su territorio, este vínculo se rompe y la
madre del niño y el niño quedan desprotegidos de ese abrazo solidario que es esencial
para ellos, sin embargo, en algunas ocasiones, se viene la madre, una tía y
otros acompáñenles, entonces es usual ver la romería de paisanos en las
entradas de los centros hospitalarios pendiente del enfermo, pero todos
padeciendo la misma dificultad, hasta que sus cuerpos no aguantan y deben tomar
una decisión, seguir el suplicio o volver a sus comunidades, y en el caso de la
madre del menor, la urgente necesidad de volver a su hogar a velar por el resto
de sus hijos que dejo abandonados en su comunidad.
Algunos preguntaran, y porque otra familia de su comunidad no atiende
estos niños mientras dure la madre con el niño desnutrido fuera de su comunidad?,
la respuesta es que eso si ocurre, pero imaginen, los wayuu no viven como
nosotros, una casa al lado de la otra, la distancia entre las viviendas suele
ser de kilómetros, y si había pobreza en este hogar lo más seguro es que lo
habrá en el otro, aquí no funciona el dicho de que cada hijo nace con un pedazo
de pan bajo el brazo, recibir los hijos de otra familia lo hacen, pero ahora
todos comerán menos y se acrecienta la crisis.
Que puede haber casos de malos padres, si, puede haberlos, los hay
entre nosotros los arijunas (no wayuu), recordemos que los juzgados están
llenos de demandas contra padres por inasistencia alimentaria, que el madre
solterismo en la sociedad colombiana no es la excepción sino que se está
volviendo una preocupante regla, pero en los wayuu por su naturaleza y cultura
poco se ve.
Es urgente modificar los mecanismos de intervención de los territorios indígenas,
no podemos seguir sacando a los niños de sus territorios, debemos llevar los
esquemas de atención a los resguardos, con un enfoque diferencial y étnico, en
el 80% de los resguardos no hay centros ni puestos de salud, ni centros de
recuperación nutricional, y la tragedia cada día se incrementa más, porque si
bien se han sacado muchos niños wayuu y se han logrado recuperar
nutricionalmente, cuando le dan salida estos regresan a la misma comunidad
donde se desnutrieron, porque allí, nada ha cambiado, la pobreza y la seguridad
alimentaria no se ha reducido, sino que por lo contrario, se ha incrementado, y
lo más seguro es que al poco tiempo volverán a recaer.
Son más de 700.000 wayuu en La Guajira, la mitad menores de 17 años,
donde la desnutrición y el hambre es el pan de cada día.
Entonces vale la pena preguntarse, la culpa es de los wayuu o de un
modelo económico y de salud perverso e inhumano de atención que no cumple con
su misión.